MI HISTORIA
Hola.
Desde pequeño se hablaba de Dios en mi casa. En la Palabra de Dios, en el libro de Deuteronomio se nos dice:
---4 ”Escucha, oh Israel: Jehová nuestro Dios es un solo Jehová. 5 Y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza vital. 6 Y estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón; 7 y tienes que inculcarlas en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes. 8 Y tienes que atarlas como señal sobre tu mano, y estas tienen que servirles de venda frontal entre los ojos; 9 y tienes que escribirlas sobre las jambas de las puertas de tu casa y sobre tus puertas.---
Soy descendiente del fiel Abraham y de las tribus de Israel. Somos del pueblo elegido de Dios.
Me llamo Judas Iscariote. Mi Padre Simón Iscariote y yo vivimos hace muchos años en Judea, la más importante provincia de Israel.
Allí, desde pequeños se nos enseñaba la religión, cuando ibamos por el camino, cuando andábamos. En las sinagogas los sábados se nos leía la ley de Moisés, y mi padre y toda mi familia le leía. Así cumplía el mandamiento de inculcarlas en tu hijo.
Cumplieron esa ley de "hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes " Así que yo leía y hablaba de esta ley.
Para cumplir la ley mejor, las escribíbamos en tiras de cuero, y esas tiras las atábamos a nuestra ropa y extremidades así las teníamos siempre. Porque la Ley nos dice,
También las poníamos en cajitas que llevábamos con nosotros.
" ". 8 Y tienes que atarlas como señal sobre tu mano, y estas tienen que servirles de venda frontal entre los ojos; 9 y tienes que escribirlas sobre las jambas de las puertas de tu casa y sobre tus puertas "
De esa manera las teníamos siempre a la vista.
Leíamos de todos los profetas, entre ellos, Samuel, Jeremías, Isaías,. Isaías hablaba de muchas profecías de restauración en el futuro. Yo había escuchado y meditado muchas veces en las palabras de Isaías capítulo 61.
Un siervo ungido para predicar buenas nuevas.
De acuerdo con eso, se presentó quien cumplia con lo que habíamos aprendido desde pequeños. Ese fue Jesús de Nazareth.
Fui su discípulo por mucho tiempo.Pero yo no era cualquier discípulo. Yo había llegado a ser uno de “los doce elegidos, los apóstoles, los enviados” que siempre andábamos con Jesús y éramos prominentes en la enseñanza.
Había mujeres que nos daban de sus bienes. Yo era el que manejaba el dinero de los doce. Ni siquiera a Mateo Leví, que también era uno de los doce, y tenía mucha experiencia, le permitieron manejar el dinero como a mí.
Una vez, se hizo un gran gasto de dinero inútil… se untó a Jesús con aceite perfumado.Teniendo con ese dinero en mi poder podría haberle dado un buen uso…
Es cierto, he tomado algo de ese dinero sin permiso… pero yo puedo hacerlo pues mi conciencia me lo permitía. El dinero me viene bien…
Ya le pedí dinero a los sacerdotes y escribas..
Jesús no esta haciendo las cosas que yo pienso y que yo esperaba. Las profecías hablan de liberación y los romanos nos tratan peor cada día.
Con dinero yo podré ayudar a otros, pero a mi manera...no a la manera de Jesús.
Tuve alguna crisis de conciencia.
Como me molestaba, decidí rechazarla.
Estaba muy cargado por esa conciencia que me molestaba y buscaba como descargar toda esa tensión interior.
Hola.
Desde pequeño se hablaba de Dios en mi casa. En la Palabra de Dios, en el libro de Deuteronomio se nos dice:
---4 ”Escucha, oh Israel: Jehová nuestro Dios es un solo Jehová. 5 Y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza vital. 6 Y estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón; 7 y tienes que inculcarlas en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes. 8 Y tienes que atarlas como señal sobre tu mano, y estas tienen que servirles de venda frontal entre los ojos; 9 y tienes que escribirlas sobre las jambas de las puertas de tu casa y sobre tus puertas.---
Soy descendiente del fiel Abraham y de las tribus de Israel. Somos del pueblo elegido de Dios.
Me llamo Judas Iscariote. Mi Padre Simón Iscariote y yo vivimos hace muchos años en Judea, la más importante provincia de Israel.
Allí, desde pequeños se nos enseñaba la religión, cuando ibamos por el camino, cuando andábamos. En las sinagogas los sábados se nos leía la ley de Moisés, y mi padre y toda mi familia le leía. Así cumplía el mandamiento de inculcarlas en tu hijo.
Cumplieron esa ley de "hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes " Así que yo leía y hablaba de esta ley.
Para cumplir la ley mejor, las escribíbamos en tiras de cuero, y esas tiras las atábamos a nuestra ropa y extremidades así las teníamos siempre. Porque la Ley nos dice,
También las poníamos en cajitas que llevábamos con nosotros.
" ". 8 Y tienes que atarlas como señal sobre tu mano, y estas tienen que servirles de venda frontal entre los ojos; 9 y tienes que escribirlas sobre las jambas de las puertas de tu casa y sobre tus puertas "
De esa manera las teníamos siempre a la vista.
Leíamos de todos los profetas, entre ellos, Samuel, Jeremías, Isaías,. Isaías hablaba de muchas profecías de restauración en el futuro. Yo había escuchado y meditado muchas veces en las palabras de Isaías capítulo 61.
Un siervo ungido para predicar buenas nuevas.
De acuerdo con eso, se presentó quien cumplia con lo que habíamos aprendido desde pequeños. Ese fue Jesús de Nazareth.
Fui su discípulo por mucho tiempo.Pero yo no era cualquier discípulo. Yo había llegado a ser uno de “los doce elegidos, los apóstoles, los enviados” que siempre andábamos con Jesús y éramos prominentes en la enseñanza.
Había mujeres que nos daban de sus bienes. Yo era el que manejaba el dinero de los doce. Ni siquiera a Mateo Leví, que también era uno de los doce, y tenía mucha experiencia, le permitieron manejar el dinero como a mí.
Una vez, se hizo un gran gasto de dinero inútil… se untó a Jesús con aceite perfumado.Teniendo con ese dinero en mi poder podría haberle dado un buen uso…
Es cierto, he tomado algo de ese dinero sin permiso… pero yo puedo hacerlo pues mi conciencia me lo permitía. El dinero me viene bien…
Ya le pedí dinero a los sacerdotes y escribas..
Jesús no esta haciendo las cosas que yo pienso y que yo esperaba. Las profecías hablan de liberación y los romanos nos tratan peor cada día.
Con dinero yo podré ayudar a otros, pero a mi manera...no a la manera de Jesús.
Tuve alguna crisis de conciencia.
Como me molestaba, decidí rechazarla.
Estaba muy cargado por esa conciencia que me molestaba y buscaba como descargar toda esa tensión interior.